Construir un castillo

Una vida. 365 días en los que todo puede ocurrir. Una vida que no queremos desperdiciar ni un solo segundo, por eso la llevamos hasta el límite dejándola sin aliento. Todos tenemos una por la que luchar, por la que intentar ser feliz a toda costa, sin deber nada a nadie más que a ti mismo.

Pero a veces todo esto, toda esta parrafada se esfuma en medio segundo. El mismo tiempo en el que un cuerpo y una alma dice adiós. Desaparece. Una vida feliz se transforma en un dolor aterrador en el pecho, en un fuego imposible de saciar sino es con los años. Uno aprende a curarlo pero nunca a olvidarlo.

Echar de menos mata. No volver a abrazar, reír y tocar, lo hace aun más. Quizás la vida no nos trata de la forma que merecemos. Quizás nos tira más piedras en el camino de lo que pensamos.

“Recogeré esas piedras y construiré mi propio castillo con ellas.”, pensad en esta frase. Continuad adelante y que no exista otra meta que la de tú felicidad, la de encontrar tú lugar. Parar, respirar y seguir. Rendirse no está permitido. Focalizar ese dolor en algo que te haga sentir libre. No podemos cambiar nada más que nuestro presente y hacer de nuestro futuro, la vida que queremos vivir.

En mi caso, ¿Echo de menos? Sí, todos los días. ¿Olvido lo malo y solo recuerdo lo jodidamente feliz que era con esas dos personas? También. Pero intento transformarlo en algo positivo, en un recuerdo y en un pensamiento para que estén orgullosos de mí. De mis logros y de mis metas. Para que piensen:

“Hija, estamos orgullosos de ti. Aquí, ahora y donde estemos”.

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Me he querido sincerar, con un texto que no sé si se entiende a la perfección pero he querido hacerlo por el simple hecho de que si alguien me lee, vea que todo siempre puede ir a mejor. Que la vida no nos trata como queremos y a veces es injusta pero se tiene que seguir adelante, siempre.

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